¿Qué es la piel?
La piel es un órgano altamente complejo y fundamental para el funcionamiento de nuestro organismo, es por ello, por lo que la debemos cuidar y proteger.
La piel esta compuesta por tres capas, cada una de ellas tiene una función, que vamos a describir, para que entendamos el por qué de los distintos tipos de piel y lo que les diferencia.
La primera capa que nos encontramos y por tanto la más superficial es la epidermis, está formada por varias capas, en ella se forman las células epiteliales que según van madurando, van subiendo hacia el exterior, este es el proceso de regeneración de la piel, dura aproximadamente 28 días, si bien en una piel madura este tiempo es superior. Según el tipo de piel, esta capa está más engrosada o menos. La epidermis carece de vascularización.
La segunda capa, según profundizamos en la piel es la dermis, está constituida por un tejido conjuntivo elástico y fibroso, es por tanto la que nos aporta firmeza y elasticidad a nuestra piel. En la dermis podemos encontrar terminaciones nerviosas, vasos sanguíneos, fibroblastos, glándulas sebáceas, sudoríparas etc. En ella se produce la formación de colágeno y elastina.
La tercera capa y la más profunda, es la hipodermis, esta formada por un tejido adiposo, en ella se encuentran los adipositos, células encargadas de almacenar grasa, que nos servirá para reserva energética del organismo. Esta capa en el cutis es mucho menor que en zonas como por ejemplo otras zonas del cuerpo como podrían ser las caderas.
Debemos mencionar que cubriendo a la epidermis, tenemos el manto hidrolipídico, es una película que recubre la piel grasa y que sirve como protección y evita la deshidratación
Piel Normal
De aspecto delicado, suave y saludable es la menos problemática de todas. Sin embargo, este equilibrio aparentemente perfecto puede alterarse por causas de origen externo o interno.
Piel Mixta
Cuando una piel normal presenta tendencia hacia la grasa: con brillo y espinillas o comedones en la nariz y barbilla se la suele denominar piel mixta. En realidad, es un desequilibrio bastante frecuente en los cutis normales con tendencia a padecer grasa en la zona T (mentón, nariz y frente).
En otras ocasiones, puede darse el caso contrario, cuando aparecen ligeros signos de sequedad alrededor de los ojos, boca, cuello, etc. Se trata entonces de un cutis normal con tendencia a la sequedad extrema y la deshidratación. Este problema suele presentarse a partir de los 40 años en la mayoría de las pieles.
Los desequilibrios en una u otra dirección deben empezar a regularse desde el primer síntoma. Para neutralizar la tendencia grasa (mixta) debe insistirse en la exfoliación suave y una limpieza profunda de las zonas afectadas.
En este caso, resulta conveniente sustituir la nutrición por una hidratación ligera por medio de fórmulas libres de aceites. Cuando se presenta la tendencia hacia piel muy seca, se debe ofrecer un extra que aumente el nivel de hidratación con mascarillas hidro-nutritivas y productos ricos en activos suavizantes y emolientes.
¿Cómo reconocerla?
¿Qué cuidados básicos necesita?
Piel Seca
A menudo suele ser una piel fina, delicada, frágil y transparente, desprovista de parte de la grasa superficial que constituye el film hidrolipídico que actúa como protección natural. Carece de brillo superficial y tiene los poros cerrados. Puede mostrar signos de descamación y sensación de tirantez, incluso puede llegar a presentar irritación y enrojecimiento.Es una piel ciertamente delicada que si no se cuida adecuadamente puede tornarse sensible. Necesita sobre todo mucha protección frente a las agresiones del medio ambiente con cremas de efecto barrera con carácter untuoso que aumenten su confort y elasticidad.
Uno de sus mayores inconvenientes es la presencia de signos de envejecimiento antes de tiempo. Lo que se ha dado en llamar envejecimiento prematuro puede surgir como consecuencia de excesos solares y falta de protección. Se manifiesta en forma de pronunciadas líneas de expresión alrededor de los ojos (patas de gallo) y entre la nariz y la boca con un rictus marcado o en los pliegues del fumador enmarcando los labios.
Este tipo de piel agradece la aplicación de mascarillas hidratantes dos veces por semana y fórmulas multiactivas ricas en principios activos que ayuden a proteger, hidratar y nutrir.
Piel Grasa
Es el resultado de una producción excesiva de sebo que alcanza su punto álgido en la pubertad (acné) y va disminuyendo con la edad, y muy rápido a partir de los 45 años hasta desaparecer por completo en la madurez.Se reconoce con facilidad por un brillo más o menos pronunciado en todo el rostro que se acusa especialmente en la zona T (barbilla, nariz y frente). Suele tener un tacto áspero y un tono deslucido. Los poros se hacen visibles y pueden llegar a dilatarse y obstruirse con frecuencia por lo que habrá que guardar una limpieza absoluta, así como evitar tocarse con los dedos.
El aspecto “empedrado” de la piel grasa culmina en los casos más graves con la aparición de grupos de granos, susceptibles de inflamarse e infectarse. La única ventaja de este tipo de piel es que manifiestan más tarde las arrugas ya que la grasa les protege, pero esto no las exime de utilizar protección solar igual que en el resto de los casos.
Con unos hábitos cosméticos regulares las pieles grasas pueden alcanzar su equilibrio. Es recomendable realizar una o dos veces por semana una limpieza extra con exfoliación incluida y mascarilla limpiadora, la frecuencia del tratamiento dependerá del nivel de secreción sebácea.
¿Cómo reconocerla?
¿Qué cuidados básico necesita?
Piel Sensible
Cualquier tipo de piel puede volverse sensible si se ve sometida a una serie de circunstancias capaces de irritarla lo suficiente. Nuestra piel se enfrenta a un mundo cada vez más agresivo y contaminado. Este hecho produce una serie de reacciones en cadena con un epicentro conocido: los radicales libres, que la maltratan y exasperan más de lo normal, elevando al límite su grado de sensibilidad.Los cambios climáticos bruscos, la polución ambiental y la intensidad incisiva de las radiaciones solares nos rodean y el único órgano que hace frontera entre todos esos agentes externos y nosotros mismos es la piel. Si queremos mantenerla a salvo del desastre, debemos prestarle ayuda urgente.
La hidratación y la protección son las mejores armas porque surten un efecto barrera que nos aisla de un medio ambiente cada día más hostil. Pero toda la culpa no proviene del exterior, muchas veces la procesión va por dentro: estrés, comida basura, incluso un mal uso y abuso de cosméticos pueden ser la causa.
Las pautas para reconocer si tenemos la piel sensible son tan claras como molestas: sensación de ardor, prurito, deshidratación y perturbaciones de la microcirculación. Este síndrome de sensibilidad extrema no llega a tener la categoría de enfermedad, aunque los dermatólogos admiten que se trata de un problema real y complejo.
El tratamiento más adecuado consiste en fórmulas cosméticas específicas para pieles sensibles o intolerantes, cuando el nivel de sensibilidad alcanza la dermatitis atópica. Los principios activos deben ser ricos para proporcionar una alimentación urgente, pero al mismo tiempo deben estar seleccionados con el máximo cuidado para que no sean demasiado agresivos.
¿Cómo reconocerla?
¿Qué cuidados básico necesita?
No hay comentarios:
Publicar un comentario